Economía de Argentina 1BUENOS AIRES. El Gobierno de Argentina está interviniendo aún más en la economía para tratar de impedir que un nuevo default dispare una crisis en la balanza de pagos, pero sus medidas también están erosionando la confianza empresarial y podrían profundizar una recesión.

Desde que Argentina no pudo completar el pago de un cupón hace seis semanas y cayó en incumplimiento por segunda vez en 12 años, el Gobierno ha reducido los dólares disponibles para importadores, aumentado los subsidios y preparado propuestas para influir en los planes de producción de empresas privadas.

“Están cerrando el ingreso a los bienes importados”, dijo Javier Aguirre, un vendedor de 42 años en un local de artículos de camping, mostrando una solitaria bolsa de dormir colgada en un perchero donde debería haber 12. “Tenemos que colocar las cosas en el frente de los estantes para que parezca que tenemos stock”, añadió.

A lo largo de avenida Santa Fe en Buenos Aires, una conocida zona de compras, las restricciones a las importaciones y un desplome en el consumo han provocado el cierre de locales y han llevado a los comerciantes a adelantar las liquidaciones.

Las medidas del Gobierno de centroizquierda buscan proteger las reservas del Banco Central, que hoy representan menos de cinco meses de importaciones, y apuntalar la confianza de los consumidores para evitar que la economía de 490.000 millones de dólares al año continúe cayendo.

Ante la falta de señales de un acuerdo para salir del default y sin perspectivas para regresar a los mercados internacionales de crédito, la salida de capitales se ha intensificado, lo que arrastró al peso a sus niveles mínimos históricos, algo que además disparó la inflación.

El gerente de una compañía que importa maquinaria agrícola, incluyendo bombas de agua y generadores, dijo que las medidas del Gobierno eran “letales” antes del cese de pagos y que ahora son peores.

En los primeros seis meses del año, agregó, sólo pudo importar bienes al país por 2.795 dólares, lo que se compara con un promedio de 25 millones de dólares en años previos.

“Estamos consumiendo stock sólo para pagar impuestos”, dijo el gerente, quien pidió no ser identificado. “Tenemos bienes para algunos meses, no más de un año, y después de eso la empresa cerrará”.

Muchos líderes empresariales hace tiempo que se quejan de las medidas regulatorias de la presidenta Cristina Fernández.

El pesado gasto público y los altos precios de las materias primas impulsaron la economía en los primeros años de su presidencia, pero los ajustados controles de precios y del mercado cambiario generaron desequilibrios en la economía, que cayó en recesión este año.

Las reservas internacionales han bajado y la inflación supera el 30 por ciento anual.

“Ya era malo antes, pero con el default todo está peor”, dijo Carolina Tiscornia, que trabaja en un local de ropa que está por cerrar, luego de que la facturación cayó un 30 por ciento este año.

Ajuste de importaciones

Las reservas de Argentina, de 28.400 millones de dólares, están en un mínimo de ocho años y el Banco Central no puede seguir recurriendo a ellas para defender el peso.

Las exportaciones también están cayendo con más fuerza a la esperada, por lo que el Gobierno podría verse obligado a llevar sus reservas a niveles peligrosamente bajos para poder pagar las importaciones de energía y cumplir con las obligaciones de deuda.

Siobhan Morden, un economista de Jefferies, estima que Argentina debe pagar unos 14.000 millones de dólares de deudas el año que viene y las reservas podrían caer hasta los 7.000 millones de dólares para fines del 2015.

Eso les ha dejado pocas opciones a las autoridades, que buscan proteger el superávit comercial, la principal fuente de dólares del país, por lo que el Banco Central ha restringido aún más los dólares disponibles para importadores.

Reuters no pudo verificar de manera independiente las cifras, pero muchas empresas dicen que las restricciones son más estrictas para industrias donde las importaciones se consideran no esenciales o cuando el Gobierno quiere proteger a la producción doméstica, incluyendo maquinaria agrícola y autopartes.

Además, los importadores se quejan de que el cese de pagos de la deuda y la debilidad de la economía han dañado la confianza de los proveedores en la capacidad de las empresas argentinas para pagar sus deudas.

Los importadores ahora tienen que pagar líneas de crédito en un promedio de 30 días, frente a los 110 días de antes del default, explicó Miguel Ponce, vocero de la Cámara Argentina de Importadores.

“Intervencionismos Asfixiante”

Las exportaciones cayeron un 10 por ciento este año en momentos en que Brasil, un socio comercial clave, entró en recesión y los precios globales de la soja, maíz y trigo cayeron a sus niveles más bajos desde 2010.

La producción industrial está cayendo desde hace doce meses.

La subsidiaria argentina de Fiat recortó la producción y suspendió a 3.000 empleados por una caída en la demanda y por la dificultad para importar partes, reportaron medios locales este mes. Fiat no estuvo disponible para realizar comentarios.

Otros productores de automóviles también han reducido su producción, algo que provocó una pelea entre la industria automotriz y Fernández, que los acusa de retener unidades a causa de la inflación.

En un intento por mantener las líneas de producción en funcionamiento y frenar la pérdida de empleo, el Gobierno está amenazando con intervenir en las decisiones de producción de grandes empresas y a la vez incrementar los subsidios a algunas industrias para impulsar el crecimiento.

La llamada “Ley de Abastecimiento”, que está cerca de ser aprobada por un Congreso dominado por el oficialismo, le permitiría al Gobierno controlar los precios, imponer márgenes de ganancias y determinar niveles de producción.

La propuesta ha preocupado a grandes empresas. La semana pasada, líderes de los sectores de agricultura, bancos, industria y minoristas se unieron para amenazar con acciones legales en contra de la ley.

“Le pedimos al Poder Legislativo que tome en cuenta los riesgos que esta iniciativa implica para la creación de empleos, inversiones, crecimiento de producción y adecuada oferta”, dijo el grupo.

Rodolfo Rossi, ex-presidente del Banco Central y crítico de Fernández, le dijo a Reuters que el paquete de medidas implementado desde el cese de pagos se ha convertido en un “intervencionismo asfixiante”.

¿Otra Devaluación?

David Rees, analista de Capital Economics en Londres, dijo que espera que la economía de Argentina se contraiga entre un 2 y un 3 por ciento este año y que hay un “creciente riesgo de que la recesión se derrame sobre 2015”.

Economistas privados dicen que la impresión de billetes para financiar el gasto público también está impulsando la inflación, algo que le agrega presión al peso.

Las perspectivas económicas que se deterioran cada vez más están empujando a los argentinos a buscar refugio en el dólar y el margen entre el tipo de cambio oficial y el mercado paralelo se ha ampliado hasta un 70 por ciento desde el 44 por ciento previo al cese de pagos.

El denominado “dólar blue” del mercado marginal se negociaba a 14,25 pesos el jueves, lo que marca una caída de la moneda local de aproximadamente el 30 por ciento este año.

Para quitarle presión al peso, el Banco Central la semana pasada elevó el salario mínimo necesario para acceder a la compra de la divisa estadounidense y redujo la cantidad de dólares que los bancos comerciales pueden tener.

Ninguna de las dos medidas va a frenar la caída del peso por mucho tiempo y se espera una nueva devaluación, algo que agrega presión inflacionaria.

“Mi salario subió un 18 por ciento el año pasado cuando la inflación fue del 25 por ciento (…) Este año va a ser peor”, dijo un maestro de matemáticas estatal llamado Miguel. Dijo que ahora compra las marcas más baratas de comida pero que aun así le cuesta pagar sus cuentas.

Las ventas de supermercados han caído durante siete meses consecutivos, incluyendo una contracción del 4 por ciento en junio, y muchos negocios más pequeños han sido golpeados con más fuerza.

“Nuestra facturación cayó un 20 por ciento respecto del año pasado”, dijo Daniela Sisca, la dueña de un local de tortas en el barrio de Recoleta, de alto poder adquisitivo. “Se nota que la gente compra menos, especialmente a fin de mes”.